miércoles, 11 de julio de 2007

Sudando en la oscuridad

Salgo de casa con el ritmo en el cuerpo, con el estómago lleno y ganas de comerme el mundo. Voy a paso ligero hacia la parada del bus de siempre y estúpidamente decido pasar por el callejón que desde pequeño evito la verdad no recuerdo porque. Hoy me he despertado optimista. En cuanto salga de trabajar pasaré por la Fnac a comprarme un par de discos y en casa me daré un baño de espuma para estar preparado para esta... un hombre choca conmigo por accidente, se disculpa y sigo mi camino. Al cabo de un par de pasos más el sujeto me llama arrancándome de mi reflexión matutina.

- Chaval! Se te calló la catera- me dice agitando una cartera con la mano. Me acerco y la examino un instante.
- Está cartera no es mía ¿no es tuya?
- Pues no, debía estar ya en el suelo, pero me ha parecido verla caer...- y eso fue lo último que oí.

La cuestión es que un par de empujones después me encontraba en la portería de un edificio con una grave falta de iluminación que ni siquiera me permitía ver las gotas de sangre que emanaban de mi nariz después de habérmela rebentado contra la pared. El tipo que me había llamado en la calle me sujetaba fuertemente por el cuello presionándome la nuez con lo que supongo que es una navaja multiusos. Un individuo alto y fornido está trás él inspeccionando mi catera con la poca luz que entra por la puerta de vidrio opaco que da a la calle. La mira detenidamete en lo que a mí me parece una eternidad. Veo siluetas pasar por delante de la puerta, pero no consigo reunir el valor suficiente para pegar un grito de socorro.

- Tío, vas sin un duro- dice el grandullón metiendo la mano en el billetero- ¿como puedes ir así por la vida? Un momento... - acerca de nuevo la cartera a la luz de la puerta y la mira con interés- esta tía de la foto está cañón... ¿es tu novia? Cabrón afortunado... Si yo tuviera una novia así tendría una sonrisa mas amplia por la noche y una polla mas dura por la mañana.

- A verla -dice el individuo que me aprisiona, con un extraño "deje" barriobajero que consiguió disimular durante su actuación magistral en el callejón. El hombre fornido levanta la vista con una mueca de desaprobación.

- ¡No levantes la jodida vista de ese hijoputa! ¿Es que quieres otra cicatriz para tu colección o que?- dice señalándole amenazadoramente. Vuelve la vista a la cartera y sin mirarle le ordena que le dé mi teléfono móvil.

- Últimamente has recibido muchas llamadas de una tal "Vane" ¿no? - dice mientras pulsa teclas sin parar- ¿Cuando el tercer número es un siete es de telefónica o de vodafone?

- Vodafone- dice el yonqui de la navaja sin despegarme su mirada de enfermo mental de la cara. El grandullón saca un teléfono de su chupa de cuero y marca un número.

- Una sola palabra y me partiré las piernas apalizándote - desvia la mirada hacia su compañero mientras se lleva el aparato al oído- y eso también va por tí, Germán- se gira hacia la puerta- Buenos días ¿podría hablar con Vanesa, por favor? Verás Vanesa te llamo del servicio de atención al cliente de Vodafone para informarte de que por antiguedad como clienta te corresponde el envío de un teléfono móvil de última generación con los portes pagados. Tu dirección es calle Estragos número nueve ¿verdad?- hace una pausa- Vaya, lo lamento, alguien debió meter la pata. ¿Calle Lauria o Lúria has dicho? De acuerdo, muy bien, pues en un plazo máximo de veinte días lo recibirás en tu domicilio -pausa- a tí. Buenos días.

Se gira luciendo aún su sonrisa fingida en la oscuridad, pero su expresión muta rápidamente a una mueca de asco. Me mira de arriba abajo y aparta al compinche de un empujón. Me oprime violentamente el cuerpo contra la pared y me susurra bañándome con un aliento fétido.

- La camisa que llevas parece cara. ¿Cuánto te costó? ¿80? ¿90? Te diré lo que pasará ahora. Seguirás tu camino con una extraña flaqueza en las piernas y llegarás a tu trabajo de mierda con el corazón a mil. Pasarás un día asqueroso y conforme vaya atardeciendo irás cogiendo valor y pensarás que seguro que no perderé el tiempo contigo. La cuestión es que mañana saldrás de casa -dijo mostrándome mi DNI- y darás un paseo a eso de las doce. Y tal vez te encuentres conmigo durante tu travesía y tal vez decidas recompensarme el tiempo que he perdido hoy con tu culo de caramelo regalándome... - mira el caballo que hay bordado en el pecho de mi camisa- dos cientos euros. Y si por lo que sea no te encuentro o no tienes mi dinero puedo hacer una visita a la calle Lúria número quinientos veinte y preguntar a ver si allí pueden dármelos. Esta tarde te plantearás el dilema de si estoy hablando en serio o no, y esta noche te plantearás el dilema de si debo estar dispuesto a pasar diez años a la sombra por un delito de asalto con agresión o no. Mañana, instantes antes de salir de tu casa de treinta metros cuadrados, todos esos pensamientos habrán volado y sólo te plantearás si de verdad estás dispuesto a arriesgarte a descubrir si de verdad hablo por hablar o no. ¿Entendido? Hasta mañana -dice abriendo la puerta que da a la calle y dejándome sólo sudando en la oscuridad.

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