martes, 26 de febrero de 2008

Dos bares

Al salir del lavabo ella viene directo hacia mí y me estruja con ternura el pelo de la nuca. Se inclina por encima del respaldo del sofá y me susurra al oído que la acompañe fuera un rato. Sólo con notar el soplo de su aliento en mi oreja se me erizan los pelos de todo el cuerpo. Me disculpo del resto de los colegas allí presentes y me levanto entre miradas de sorpresa y susurros de "éste hoy pilla". La sigo a lo largo del bar y mientras le pego un repaso de arriba a abajo me pregunto si el súbito acelerón que acaba de pegar mi corazón es un mensaje que me envía mi propio cuerpo para suplicarme que esta vez no la cague. Al salir del garito avanzo con el paso firme y el alma insegura hacia ella y en cuanto se gira hacia mí le asesto un beso en plena boca. Al principio sólo puedo pensar en mi boca temblorosa y en si sería correcto rodearla con los brazos, luego me relajo al disfrutar de la textura de sus labios, y me entristezco cuando ella me aparta bruscamente de un empujón. "¿Que leches haces?". Me quedo callado ante la estúpida obviedad de la respuesta que se me pasa por la mente. Hago una mueca de lástima mientras urgo en el bolsillo de mi chaqueta en busca del paquete de tabaco. Mi mano está tan nerviosa que se me cae al suelo. Mientras me agacho para recogerlo pienso que al menos así ella puede pensar que tal vez voy borracho. La excusa perfecta. Eres idiota, Joel. El cigarro no dura ni dos segundos en mi boca, pues ella me propina una bofetada y el cigarro sale volando por la comisura de mis labios. Y no me da tiempo de pensar en mi cigarro desperdiciado antes de que ella me empotre contra la fachada del bar y me empiece a besar.

***

Me estremezco con los primeros acordes que oigo de la guitarra, pues en un instante mi cerebro recorre los greatest hits de mi vida y sin duda ésta canción formaría parte de la banda sonora de las aventuras y desamores de Joel Barish. Además tengo el placer de disfrutarla en buena compañía, en directo, con una cerveza en la mano y con un ligero y creciente sentimiento de "soy la polla" alimentado únicamente por el alcohol. Son las doce y dos minutos de la noche, y pienso que ésta es la mejor forma de empezar el día. Los buenos días no empiezana a las siete de la mañana levantándote animado para ir a trabajar, los buenos días empiezan así. Entre sorbo y sorbo de la rubia que hay entre mis manos canto cual gilipollas la parte de la letra que me sé intentando memorizar las notas del estribillo. Soy un proyecto de cantautor frustrado. Soy un proyecto de escritor frustrado. Soy un proyecto de actor porno frustrado. ¿Siempre dejo las cosas a medias o sencillamente no hay nada que se me dé bien? Y hablando de cosas que no se me dan bien, mi acompañante hace rato que se ha plantado ante mí mirando mi cara de emoción. Dejo de mirar al escenario para clavar mi mirada en su mirada y me percato de que algo raro ocurre. Me mira de forma extraña. Me imagino la cara de imbécil que se me debe quedar cuado la miro tan de cerca, con una sonrisa de oreja a oreja deformándome la cara. Me da igual la cara que debo tener. Me gusta mirarla. Que idiota eres. Me concentro en la música y me entristece pensar que está llegando a su fin. Me doy cuenta de que llevo un rato mirándole los labios y me doy cuenta de que llevo un rato pensando que me gustan y evidentemente, mi super-yo, que siempre está al acecho, me deleita con un pensamiento fugaz aunque contundente que dicta un "ni lo intentes". Pero que idiota eres. Pego un ligero suspiro con la intención de expulsar las crecientes ansias de hacer lo indebido y niego levemente con la cabeza mientras sueño con esos labios que todavía estoy mirando. Es entonces, cuando estoy a punto ya de apartar la vista para irme a la barra a emborrachar, cuando ella sencillamente dice "hazlo". Aunque con lo raras que son a saber a lo que se refiere ¿no?

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