Homer
la historia a veces es algo más fácil de lo que parece . .
Un blog absurdo
la historia a veces es algo más fácil de lo que parece . .
Flipada cósmica de Suaggy sufrida a las 18:18 0 comentarios
Mi corta memoria no permite recordar si ya se ha puesto este video o no por estas tierras. .
Pero es un clásico que permite recordar unas risas de hace un tiempo:
El Rap del Payaso!!!!
Flipada cósmica de Suaggy sufrida a las 00:37 0 comentarios
Quién iba a decir que algún día harían una película de esto... Ala, aquí dejo el trailer para todo aquél que haya perdido horas y horas con este juego.
Flipada cósmica de Nicolas Easter sufrida a las 22:59 1 comentarios
Xk hay cosas que no necesitan explicación. Cosas que suceden sin más y punto. Esta es la señora entrada 200 y va dedicada a la otra parte que ha hecho las otras 100 posibles.
Ahí va Sito Palm, como de intrigado me dejas por la 198, de mando esta.
Flipada cósmica de Suaggy sufrida a las 01:04 0 comentarios
Video introductorio de la peli, que narra la historia de un estadounidense gilipollas que viaja al futuro y se da cuenta de que allí, la sociedad ha degenerado tanto que él es el mas listo. Este video explica como la sociedad llegó a ese extremo. Está en inglés pero bueno, algo se entiende, y te partes.
Flipada cósmica de Nicolas Easter sufrida a las 00:21 0 comentarios
- ¿De verdad no te acuerdas? ¿Como puede ser que no te acuerdes de poner una lavadora? ¿Pasaste un mes entero solo en casa y no pusiste ninguna lavadora o que?
Mi hermano no deja de hacerme preguntas relacionadas con el tema y yo niego con la cabeza confuso, intentando ordenar mis recuerdos. No lo recuerdo. De hecho poco recuerdo de aquel verano. Empecé a trabajar en un restaurante de comida rápida y sé que dos meses mas tarde seguía trabajando allí y tenía ya unas cuantas amistades nuevas, pero el caso es que no se cómo surgieron estas amistades ni sé lo que hice durante ese agosto. Resulta un poco raro que no organizara ninguna fiesta en mi casa o que no recuerde haber estado en ninguna discoteca. No recuerdo ninguna noche de borrachera ni... nada. Solo me recuerdo a mí tumbado en la cama con barba de tres días gritándole al teléfono con cólera. Recuerdo haber pasado mucho tiempo dándome largos baños con música relajante. Y eso es todo. El resto está completamente en blanco. Bueno, no sé de que color está, la cuestión es que para mí desde luego no ha existido. Y todo por una mujer de ojos dulces pero mirar malicioso. Boca apetecible a la par que huidiza. Todo por una chica.
Lo pasé realmente mal cuando me abandonó. O eso creo. No lo sé. Sólo sé que desde entonces miento. Tal vez miento para rellenar huecos vacíos, o para convencerme a mí mismo de que todavía controlo algo de la situación. Tal vez miento porque en ocasiones debo hablar y no se de qué, tal vez miento porque tengo miedo de que me vuelvan a hacer daño. Tal vez miento para proteger a la gente de verdades incómodas. Para prolongar hasta el infinito mi carita de niño bueno. La cuestión es que desde entonces, creo que no hay nadie a mi alrededor al que le haya explicado todo lo que me ocurre. Puede que cuente las novedades de mi vida y pida consejos a mis amigos respecto a dilemas en los que me encuentro, pero cada uno de ellos sólo tiene una parte de la verdad. Al principio fue sencillo incluso divertido. Conforme la bola de nieve se fue haciendo más grande llegué a un punto en el que no sabía qué sabía cada persona, así que últimamente opto por el tanteo. Prolongo la conversación hablando con ambiguedades y conceptos abstractos hasta que estoy seguro de lo que esa persona sabe y no sabe, y a partir de ahí, prosigue la farsa. Porque a nadie le gustan los cambios. Miro álbumes de fotos familiares recubiertos de dedos de polvo y veo en mi infancia a ese niño regordete y siempre alegre al que no le importaba nada más que la diversión, y supongo que en el fondo me gustaría seguir siendo así, y me gusta que la gente piense que sigo siendo así. Y de ahí esa necesidad de aparentar esa bonanza y esa juventud de espíritu que se supone debería caracterizarme. Al fin y al cabo eso es lo que la gente espera de mí ¿quién soy yo para defraudarlos?
Flipada cósmica de Nicolas Easter sufrida a las 22:55 0 comentarios
Ellos saben que sabemos que molan.
Sencillamente es una actualización BATTO 100%
Flipada cósmica de Suaggy sufrida a las 00:24 0 comentarios
Me huele el cuello y dice que le gusta. Raro, pues hace tres años que no uso nada remotamente parecido al desodorante. Empieza a morderme la oreja y a introducir su lengua juguetona en ella. Antes de que sea capaz de decir “basta” ya estoy con los ojos cerrados disfrutando del momento y apretando la zona de la entrepierna contra su pelvis. Prefiero que los transeúntes piensen que somos unos descarados a que puedan ver a mi pequeña solitaria. Supongo que el hecho de ver como me apretujo contra ella, y ¿porque no decirlo? como me froto levemente contra su pantalón, le da pie a seguir con ese juego lujurioso a la par que incómodo. Pasa su lengua por detrás de mi oreja, una lengua prodigiosa, por cierto, y la hace descender por mi cuello hasta la mandíbula, y toma rumbo hacia la boca. Sigo con los ojos cerrados sin importarme el parque infantil que tengo a mis espaldas ni la boca de metro que ella tiene a las suyas. Por un instante pienso que ha sido buena idea ponerme un abrigo largo. Ella abre más las piernas y nos acoplamos a le perfección cuando nuestras bocas se buscan la una a la otra. Ella cierra los ojos y me besa apasionadamente. Mete sus manos por dentro de mi abrigo y me agarra de la retaguardia para chafarme más contra sus pechos que, debido a la presión de nuestros cuerpos, la escasa tela de su camiseta y la generosidad que tuvo Dios cuando los creó, éstos casi rebosan del escote y forman un canalillo hipnotizante. El abrigo cubre la delicada posición de sus manos, así que para cualquiera que pase no somos más que una pareja abrazándose con extraña ímpetu. Noto que desprendo tanto amor que por algún lugar tiene que salir y, efectivamente, ese amor acaba rebosando en mis calzoncillos, pues noto como una sustancia viscosa los impregna. Supongo que ha llegado el momento de decir “se acabó”, aunque el dolor de huevos de esta noche no me lo quita nadie. Muy a mi pesar separo mi boca de la suya y al enfocar la vista sobre su cara veo que sigue con los ojos cerrados y con una sonrisa de paz interior y a la vez de ardiente lascivia en la cara. “Dime que nos veremos mañana” dice mientras me besa el cuello con los ojos bien abiertos observando mi cara de incontinencia sexual. “Por supuesto” digo con un tono que apenas esconde las ganas que tengo de repetir la experiencia. Me besa una última vez, me mira en contrapicado con cara de inocencia y empieza a descender las escaleras del metro mientras yo aprovecho para observar el tremendísimo final de su espalda rematado con un fino hilo negro que sobresale a banda y banda de su cintura. “Joder” es lo que pienso justo antes de girarme y empezar a caminar con cierta dificultad hacia mi casa y “joder” es lo único que tengo ganas de hacer en estos momentos.
Es en el momento de sentarme en la mesa para cenar cuando noto como si mis testículos fueran un par de bolas de metal que han estado siempre en suspensión, y que el contacto con la silla las irrita. Engullo la cena como si llevara meses sin comer sólo para poder estirarme en la cama y darme un alivio a modo de valeriana. Una vez cubierto con la sabana, luces apagadas y después de un suspiro, me acaricio poco a poco hasta que a duras penas la solitaria responde levantando la cabeza. No os voy a deleitar con detalles escabrosos respecto a la consolación masculina, sólo os diré que el traer un trozo de papel de cocina para limpiarte después de la faena es como cuando vuelves de borrachera con ganas de mear: te acuerdas sólo una vez en la cama y dispuesto a dormir.
La noche siguiente (ya doy por sentado que no os interesa el día a día de mi vida, jamás se me ocurriría escribir sobre algo tan aburrido) quedo con Sara para hacer la presentación en sociedad con todos mis amigos, el Consejo de Sabios. De camino al bar ella no se presenta nerviosa por el hecho de estar a punto de conocer a los amigos de su novio, es más, se la ve animada y relajada, o al menos eso es lo que me dice su mano cada vez que me estruja alguna de las nalgas. Nunca había tenido una pareja que le gustara caminar tocándome el culo, y francamente, digamos que no es del todo desagradable. Entramos en el bar con ganas de salir camino a un descampado a subirnos la autoestima mutuamente, pero el conocer a las amistades de tu pareja es un tema delicado por el que todas las parejas deben pasar. No creo que el día que me toque conocer a sus amigos yo esté tan relajado. Al cabo de diez minutos de haber entrado en el bar todo el mundo la adora, ella no deja de hacer bromas y de comportarse como una persona, y no como acostumbran a comportarse las tías: como “tías”. Parece mentira que con lo extremadamente femenina que puede llegar a ser pueda desenvolverse tan bien en una situación como ésta. Después de un par de Ducados, Marc se levanta hacia la barra y le pregunta si quiere otra cerveza como si fuera una más del grupo, eso me hace sentir bien, aunque todo el mundo está tan encantado con ella y ella está siendo tan encantadora con todos que me siento un poco desplazado. Al principio creía que el hecho de tener una novia tan extremadamente guapa (y os aseguro que no es el amor el que habla, sino que lo dice la mayor parte de la gente) me provocaría un estado de celosía continua, pero lo cierto es que me encuentro bastante bien “fardando de cacha”. Media hora más y mis amigos ya están hablando de temas comunes en la borrachera profunda: filosofía, exaltación de la amistad, desamores, chistes, anécdotas del instituto, etc... Es entonces cuando Sara me agarra del brazo y me lleva a rastras a los servicios donde me hace el amor con la ideal proporción entre pasión y cariño. Disfruto durante horas, por no decir unos pocos minutos, de su cuerpo perfecto, sus caras de placer, su flexibilidad y sobretodo de sus increíbles labios, desplazándose con destreza allá donde provocan más placer sin necesidad que yo le diga nada. Algo increíble. Y lo mejor de todo es que al volver a la sala con todos mis amigos, ellos ni siquiera se habían percatado de nuestra ausencia, cosa que normalmente deprimiría estando solo, es una bendición cuando en realidad te has ido con tu pareja a darle al tema.
Al salir del bar me detiene en la entrada y me empotra contra la fachada. Me besa apasionadamente y me dice “Todavía estoy esperando”. Cuando abro los ojos soy consciente de que he sido víctima de otro sueño burlón antes de percatarme que estoy con la cabeza colgando por el borde de la cama. Me incorporo y me quedo pensando unos segundos en la oscuridad en qué es lo que me pasa con esta tía, coño. Llevo meses soñando con ella, buscándola con la mirada, y cuando no la busco me da que la veo. No sé si la quiero o todo es fruto de una obsesión/ mala-jugada de mi subconsciente, solo sé que está situación me está enloqueciendo. Me dan ganas de conseguir por fin hablar con ella y poder decirle a la cara...
Flipada cósmica de Nicolas Easter sufrida a las 11:35 0 comentarios
Abro los ojos con los primeros acordes que mi móvil emite de “Beat it” desde el armario. Lo dejo en el armario porque, uno, así tengo que levantarme a apagar la función despertador, dos, por las supuestas radiaciones dañinas que emiten, tres, porque hace unos meses que se han contabilizado varias explosiones de las baterías de móviles de diferentes marcas y, cuatro, porque si tienes la casa en obras con la habitación llena de trastos, te despierta súbitamente el golpearte la espinilla con una mesa con la que no contabas en el trayecto de tu cama al armario. “Hoy va a ser un día de puta madre” pienso mientras llego cojeando a apagar el despertador. Además me siento con un sueño terrible por haberme estado estúpidamente hablando por Internet hasta las tantas con “esa amiga” que hacía tanto tiempo con la que no hablabas y que desafortunadamente se conectó en el momento justo en que te ibas a dormir. ¿Consecuencia? Cuatro horas y media de sueño y una mala leche de aquí te espero. Son las seis de la mañana y el hombre que pone las calles se debe estar tomando un café con el borracho que cierra el bar. Como tengo tiempo, y si no lo tengo me da igual, decido probar la función sauna de la ducha. No, no soy un pijo asqueroso, lo que ocurre es que hace poco descubrí que si dejas la ducha rajando agua ardiendo durante unos segundos y luego pasas de repente al agua fría, en vez de agua fría sale un vapor de agua que da un regustín inexpresable a estas horas de la mañana. Mientras me ducho hago mis estiramientos de piernas mientras canto una canción de U2 que suena en mi cabeza. La gente acostumbra a cantar en la ducha debido a que las paredes de cerámica favorecen la sonoridad y nos da la sensación de que seamos Tom Jones. Supongo que habrá gente que le parecerá más raro el hecho de que haga estiramientos en la ducha. No os lo preguntéis, simplemente es así.
Salgo de la ducha y me detengo ante el espejo a mirar mi mala cara ¿Tengo ojeras o sencillamente soy así de feo? Me pregunto que medida de barba es el límite entre “le da un toque distintivo de guarrete” y “es un guarro asqueroso”. Debería hacerme algo en el pelo, raparlo estaría bien, aunque solo sea para no tener que peinarme. De pequeño me decían que tenía un pelo precioso, aunque teniendo en cuenta que lo tengo liso y color mierda, supongo que eso es lo que se le dice a un niño gordo cuando éste pregunta si algún día conseguirá tener novia. Abro el albornoz y me miro el vientre. Recuerdo que hace unos meses, al salir de la fiebre me sobresalían tanto las costillas que parecía un xilófono. Por suerte recuperé el peso, pero desde que estoy currando he perdido cinco quilos. De momento me veo bien, siempre me ha gustado la gente delgada, pero me pregunto si la cosa se quedará así o me dirijo inexorablemente a tener un cuerpo esquifido.
Voy a la cocina y almuerzo un plato de la pasta que sobró ayer. Me preparo el segundo almuerzo y lo meto en la mochila, junto con unos tejanos, la toalla del gimnasio y la “U” para atar la bici. Muy a mi pesar últimamente voy a trabajar en mallas, primero porque son cómodas, segundo porque de ir con otros pantalones tendría que lavarlos a diario y tercero porque hace mucho tiempo que perdí el sentido del ridículo. Camiseta interior, jersey de mercadillo (aunque sin duda pone Nike en el pecho), forro polar, braga, guantes, casco de bici, mochila, otra pitón colgando de mi hombro, puerta y adiós. En pocos segundos vuelvo a abrir la puerta, cojo la bici, y ahora sí que me voy. Llevo una bicicleta de carretera de la que estoy bastante orgulloso. La compré en un concesionario de coches usados al parecer a un buen precio. El vendedor se pasó hablando de cómo la consiguió durante media hora, a pesar de que yo había venido con la intención de entrar, pagar y salir. “Ya me tenías con el hola”, casi. No dejo de criticar lo poco seguras que son las motos y la poca esperanza de vida que tienen sus usuarios, pero viendo como voy con la bicicleta creo que en mas de una ocasión debería callarme, que hay gente que dice que estoy mas guapo (supongo que por la dentadura que me niego a arreglarme).
La mañana es fría y se ven nubarrones ¿o será el microclima de esta gran urbe? En cuanto cojo un poco de velocidad en la Gran Vía, las ráfagas de viento me atraviesan el cuerpo y me hacen arrepentir de no haberme puesto esos pantalones de chándal que todavía tengo que acabar de llenar. El frío me irrita, pero me hace ir más rápido para calentarme. Al llegar a plaza universidad empiezan a sobrarme piezas de ropa encima, y en cada semáforo que me detengo se puede ver como respiro con dificultad. La mitad del trayecto que me hago prácticamente a diario me tengo que detener cada dos semáforos, la otra mitad me la tengo que hacer del tirón y con un coche a dos palmos de mi culo pitándome nerviosamente para que me suba a la acera. Cuando llego a mi destino y me bajo de la bici siento que tengo las piernas tan hinchadas que apenas puedo caminar. Al menos así luzco las mallas. Hace relativamente poco descubrí que estoy acomplejado con mis caderas. Una amiga me cogió el cinturón y agarrándolo por un extremo con una mano empezó a deslizar la otra mano por él, esperando a que yo le dijera que parara. La cuestión era que debía detenerla cuando yo creyera que esa longitud se correspondía primero a mi espalda, luego a mi cintura y por último a mi cadera. Por lo visto creo que tengo la cadera un palmo más ancha de lo que en realidad la tengo. Ojalá. El hecho de tener las piernas tan estrechas, la espalda tan ancha y que el color de las mallas estilice, quien no me confunde con una “i” griega es porque tiene serios problemas oculares. Me meto en el centro comercial por la entrada de camiones y mientras camino por el patio de contenedores oigo pasos a mi espalda. Pienso en mis mallas y en el ridículo. “Por favor, que no sea nadie del curro, por favor que no sea nadie del curro, por favor...”. Sigo oyendo los pasos y pienso que si fuera algún conocido ya me habría dicho algo. Me relajo. “¿No tienes frío así?” dice una voz conocida a mi espalda. “Mierda”. Me giro y efectivamente es una compañera del trabajo, y mientras intento excusar mi ridículo atuendo no dejo de pensar “has estado detrás mío algo así como treinta segundos...no me jodas, tu me estabas mirando el culo”. ¿Ofende? Rotundamente no, así que chiquillas, dejaros de quejar de los piropos de los paletas que a los cuarenta los empezaréis a echar en falta. Tal vez no estuviera admirándome, pero la posibilidad está ahí y reconforta. Entramos en el curro y sin prisa pero sin pausa empezamos a doblar ropita y chorradas varias. Mientras estoy en estado zombi escuchando conversas ajenas que me interesan menos que el sexo de los calamares, y quiero dejar claro que me interesa entre poco y nada, la chica del patio de los contenedores se hace un sitio entre los que allí estábamos y empieza a hablar conmigo con una sonrisa excesivamente abierta para esa hora de la mañana. Al menos hay un motivo por el que vale la pena despertarse a la hora en que se acaba el botellón en mi pueblo.
Salgo del trabajo asqueado y embutido de nuevo en las jodidas mallas. Llego a donde dejé aparcada la bici y me siento en la hierba. El sol presenta un día agradable, caluroso y lleno de posibilidades para cualquiera que se despierte ahora y mire por la ventana. Para los que nuestro día empezó hace seis horas sigue siendo la misma noche gélida y desgraciada. Saco el tupper lleno de arroz y atún y me pongo a comer ansioso. Una vez acabado mi segundo almuerzo siento el estómago lleno y pienso que ahora hay un agujero menos que tapar en mi vida. Me monto en la bici y pedaleo tranquilamente a lo largo de la Gran Vía, dejando que el propio tráfico y el ambiente de la ciudad vayan irritándome poco a poco. Media hora mas tarde estoy atando la bici enfrente del gimnasio y fijándome el mp3 al brazo. Recuerdo una película que vi hace no mucho en la cual el protagonista, por un síndrome de estrés post-traumático va a todas partes con unos auriculares enormes, pues mientras escucha música no piensa en su familia muerta en el 11S. No quiero compararme con ese hombre, pero es cierto que ayuda bastante a poner la mente en blanco, aunque también te impide relacionarte con la gente del gimnasio, mal menor teniendo en cuenta que a esa hora de la mañana el gimnasio está lleno de, en su mayor parte, viejos. No tengo nada en contra de la gente de la tercera edad, pero estuve mas de un año repartiendo periódicos frente a un hospital y acabé con los cojones pelados de tener conversaciones de ascensor con los susodichos, y francamente, ahora mismo lo que necesito es una conversación profunda que me llene o me anime, no a alguien explicando como sus nietos están triunfando en la vida o los problemas que tienen por la noche para orinar. Recuerdo uno en concreto que me aconsejó follar todo lo posible, pues cuando la naturaleza decide que se te acabó el sexo es entonces cuado lo echas de menos. Joder, yo ya lo echo de menos. Al cabo de un rato de estar haciendo los ejercicios pertinentes viene el monitor del gimnasio y me anima a esforzarme mas, dispara un par de comentarios desmoralizantes referentes a mi capacidad para parecer una nenaza y se va ¿No se supone que el ejercicio relaja y libera el estrés? Pues al salir del gimnasio al cabo de hora y pico me siento mas o menos igual, lo que un poco mas cansado.
Llego a casa, saludo a mi madre, saludo a mi hermano y saludo al paleta ¿Cuándo se acabarán las putas obras? Llevo ya dos semanas teniendo que subirme a una mesa llena de trastos por tal de llegar al armario donde guardo los gallumbos. Tengo la escalera de la litera de mi hermano en el lavabo. La lavadora está debajo de un montón de juegos de mesa y hace días que no veo ninguna de mis tres guitarras. Intento no parar demasiado en casa pues la verdad es que no se puede ni estar sentado cómodamente, pero tampoco tengo muchas otras cosas que hacer. Me ducho y vuelvo a hacer mis estiramientos. Le pongo el tapón a la bañera para que el agua caliente un poco mis pies congelados. Aprovechando el medio palmo de agua que se acumula planto mi trasero en el mármol y me agarro las rodillas. El agua cae ardiendo sobre mi cabeza y regalima por mi cuerpo, pero en el fondo, muy en el fondo, sigo teniendo frío. La bañera se llena poco a poco y ya no me noto los pies entumecidos, pero sigo teniendo frío. La monotonía puede ser de los peores enemigos que uno puede tener pero ¿y si a parte de ese día a día tan repetitivo y aburrido nos enfrentamos a días que por sí solos ya no nos gustan? Cierro los ojos y oigo como el agua cae sobre mi cabeza. Noto riachuelillos de agua surcando mi cara, mojando mis labios y precipitándose barbilla abajo. Cierro el grifo y dejo que las gotas de agua que cubren mi cuerpo vayan reptando pausadamente hasta el charco de un palmo que cubre el fondo de la bañera. Como si se tratara de una bolsa de palomitas, espero a que pasen tres segundos sin oír ninguna gota de agua caer a la bañera para incorporarme y abrir la mampara de la ducha. Limpio con papel del culo el vaho acumulado en el espejo y veo la cara de un joven cansado y deprimido. Y recién es mediodía. Esperemos que la tarde me depare alguna que otra alegría. Y si no, para algo Dios inventó la masturbación ¿no?
Flipada cósmica de Nicolas Easter sufrida a las 12:41 2 comentarios
Lástima que no conozco a todos a los que imita, pero el cabronazo los clava
Flipada cósmica de Nicolas Easter sufrida a las 15:22 0 comentarios
El señor "Word" me deleita con una figurada hoja de papel en blanco. Pongo las manos sobre el teclado, alzo un dedo con el fin de coger carrerilla, pero no. La inspiración se queda atascada en lo mas profundo de mi ser, en un embotellamiento provocado por un buen montón de inseguridades, miedos, verguenzas y secretos. Tengo las cañerías del cerebro oxidadas y repletas de basura. Apago la luz del escritorio y miro fijamente la luz blanca que el ordenador bombardea a mi cara. Sigo sin inspirarme. Me recuesto sobre el respaldo del asiento y me vuelvo a incorporar. Me siento como si alguien hubiera cogido mi cerebro tal que una bolsa de basura y la hubiera aporreado insistentemente contra una pared para moldearla y meterla en un contendor lleno de, en su mayor parte, mierda. Una ventanita parpadeante aparece en una esquina de la pantalla. Por lo visto alguien quiere saber donde me he metido todos estos dias y si me ha pasado algo. Me toco el vientre y solo noto costillas. Me toco la cara y después de arrancarme un mechón de pelo de la barbilla me convenzo de que jamás había tenido tanto pelo en la barba. Vuelvo a poner las manos sobre el teclado y me fijo que las mangas del albornoz están completamente manchadas de café. La habitación está en silencio. Oigo el crugir de la silla de madera bajo mi trasero. Oigo a lo lejos como el reloj de pared del comedor canta un tic-tac hipnotizante. Oigo el constante rugir de la nevera. Oigo el ascensor subir y bajar por el patio de luces. Oigo los coches deteniéndose y arrancándose en el semáforo de la esquina, mientras un avión surca el cielo. Oigo ese silencio que eriza los pelos de la nuca. En la base de la pantalla hay ya varias ventanas de chat abiertas preguntando que me pasa, donde estoy, cuando volveré, etc... No me importa que les importe. Me vuelvo a la cama. Me revuelco bajo la sabana y noto como el albornoz se enrolla en mi cintura y la oprime. Me pongo en posición fetal esperando entrar en calor. La imagen de una sonrisa conocida cruza mi mente y mi mundo se viene abajo. Veo esa hilera de dientes descubrirse tras unos labios carnosos y una mueca de felicidad. Y tal como viene se va, dejándome más solo que antes. Suspiro pesadamente y me percato de que apesto. No importa. La hoja sigue en blanco.
Flipada cósmica de Nicolas Easter sufrida a las 23:31 0 comentarios
Éste es mi momento. Tengo los ojos cerrados y oigo la voz de Bono cantándome al oído. Periódicamente suelto un inevitable y casi inaudible gemido de placer. Llevo semanas en compañía de Isaac Asimov, y hoy he decidido que necesitaba otro tipo de compañía, una compañía con la que me pueda dar un baño caliente. Le beso el cuello cariñosamente y luego planto mis labios en su boca. Un sabor agradable moja suavemente la punta de mi lengua, sabor que junto con el crujir de las burbujas de jabón que cubren mi desnudo provocan una sensación de paz interior indescriptible. No abro los ojos hasta que noto la textura de la espuma acariciando mi boca. Dejo la Voll Damm en la repisa del lavabo y tras unos breves instantes decido que todavía me siento excesivamente sobrio para un viernes por la noche, sobrio y solo. Llevo semanas solo, tirado en pijama por casa lamentándome de mí mismo. Tal vez debería salir más y buscarme otra novia. Es muy típico que cuando nos sentimos solos estamos esperando como gilipollas a que llamen a nuestra puerta, y eso nunca ocurre. Si quieres algo siempre tienes que buscarlo tú mismo. Alargo el brazo y agarro otra cerveza. Cuando ya estoy con el abridor a punto de desvirgar la botella la puerta se abre súbitamente dejado pasar una irritante corriente de aire. La cabeza de mi madre se asoma desde detrás de la puerta. “Tienes visita”, me dice.
- Una tal Erica está subiendo – me contesta cuando le pregunto de quién se trata
- Haberme avisado, al menos, me estoy bañando...- le digo con cara irritada por el frío que recorre la estancia.
- Mira, chico, no he pensado
- Erica, has dicho ¿seguro?
Mi madre cierra la puerta después de decirle que, primero, en cuanto suba Erica la haga pasar al cuarto de baño y, segundo, no pregunte porqué quiero que entre. Seguramente no es más que Andrés gastándome una broma pesada, pero por si acaso cojo una toalla y la hundo en el agua para cubrirme las partes. La puerta se abre cuando estoy disfrutando del primer trago de rubia. Al desempinar el codo y apartar la cerveza de mi campo de visión veo a esa chica con cara de sorpresa girándose avergonzada intentando huir de las situación antes de que, definitivamente, la puerta del baño se cerrara en sus morros.
- ¿Erica?
- Me podría haber esperado fuera hasta que acabaras – dice girándose vergonzosamente para clavar su vista en mis ojos. Supongo que esa es la mirada que tenemos nosotros cuando intentamos no precipitarla al escote de alguna.
- Lo siento, pensaba que eras otra persona... ¿Quieres una cerveza? – digo agitando la nevera portátil que había al pie de la bañera.
- No, gracias
Se hace un silencio. Un silencio eterno. Un silencio incómodo, violento. Un silencio inaguantable. Ella me mira, pero su cabeza vuela por no sé dónde. Baja la cabeza. Abre la boca. Vuelve a subir la cara. Me mira. Baja la vista nuevamente. Habla.
- No sé ni por dónde empezar – dice sentándose en el retrete junto a la bañera- Sé que no tengo ningún derecho a reaparecer de repente, estropeándote el baño y pretender que me hagas caso de nuevo – baja la vista y se mira las manos mientras se las frota a pesar del calor predominante en el baño – la cuestión es que últimamente pienso mucho en ti y, porque no decirlo, te hecho de menos y...
Mientras sigue hablando me escurro a lo largo de la bañera y me incorporo a su lado. A pesar de estar mojado y cubierto de espuma me abraza fuertemente impregnando su jersey de agua y jabón. Huelo su pelo. Me gusta. Tal vez a ella le gusta como huele el mío. Me acaricia el pelo de la nuca y se me erizan los pelos de todo el cuerpo. Disfruto de este mejilla-con-mejilla durante unos instantes. Me retiro, tan sólo unos centímetros. Lo justo para no tener que enfrentarme a su mirada pero sin renunciar a esos dulces suspiros en mi oreja. Me encantan. Noto que los suspiros abandonan mi oreja, cruzan mi mejilla y se detienen tan sólo un instante en la comisura de mis labios. Ésta es mi entrada. Segundos mas tarde abro los ojos y veo que su cara está rotando sobre mi boca y ella también me mira y achina los ojos y me gusta y es perfecto. Noto como la toalla que llevo enrollada a la cintura se estampa contra la pared de la bañera. Muy a mi pesar me retiro del combate con cara feliciana. “¿Qué ocurre?”, dice ella extrañada.
- Acabo de darme cuenta de que estoy desnudo
Flipada cósmica de Nicolas Easter sufrida a las 00:09 0 comentarios
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Flipada cósmica de Suaggy sufrida a las 00:06 0 comentarios
Antes de nada, aclarar el flagrante ROBO que he cometido al poner aquí una foto que no es mia, sino de otra persona (conocida eso si)
Grandísimo OWNED Enric !!!
Flipada cósmica de Suaggy sufrida a las 14:13 1 comentarios
Ante ustedes, un video un tanto viejo, pero de libre interpretación.
Se trata de una carrera entre un Avión F-18, un Porche 911, y una simple Moto modelo de calle.
Lo de la libre interpretación lo digo porque esta claro que hasta que el avión despega hay uno que gana pero de calle.
La reflexión: (a la que yo añado que el Sito Palmi ha perdido el juicio dejandome enchufar este video)
Casi nadie puede comprarse un porche, aún menos un F-18, pero cualquier hijo de vecino por 14.000€ se pilla una CBR de las que hay hasta debajo de las piedras. 'Cuidaaaaaaoooh !'
Falta poner un 4o concursante que vaya en una VESPINO para que se pueda apreciar realmente la velocidad increible que cogen xDDDD
Flipada cósmica de Suaggy sufrida a las 00:26 0 comentarios
Flipada cósmica de Suaggy sufrida a las 13:08 0 comentarios
Hubo una vez, que un peazo de freak se levantó temprano, por allà el 1884 y dijo: 'hoy voy a dibujar un cristo con un lápiz sin levantarlo ni una solavez del papel'.
Y eso es lo que obtuvo
Flipada cósmica de Suaggy sufrida a las 10:31 0 comentarios
Sin dudarlo, me arriesgaría a decir que esta escena será una de esas que entrará en la vida cotidiana de cada uno, como en su tiempo lo hicieron grandes frases (hoy en día sumamente célebres) del gran Torrente
Con ustédes: 'yo de pequeño tenía un problema'
¿pollas de señores?
Flipada cósmica de Suaggy sufrida a las 23:14 0 comentarios